El distrito financiero de San Juan estaba desierto, y las escuelas
por todo Puerto Rico cerraron el 15 de octubre, cuando 200 mil trabajadores
tomaron las calles en lo que fue la más grande manifestación
realizada jamás en la isla, como parte de una huelga general
y del día nacional de protesta contra los recortes masivos
de empleos en el sector público. El gobernador republicano
Luis Fortuño el George Bush de Puerto Rico amenazó
con arrestar a los manifestantes calificándolos como terroristas
según la Ley Patriótica. Fortuño despidió
a 8 mil trabajadores del gobierno en junio y julio, y dijo que recortaría
los empleos de otros 17 mil en noviembre, y que cerraría 40
agencias gubernamentales.
El sindicato matriz de DC 37, la Federación Americana de Empleados
Estatales, de Condados y Municipales (AFSCME, por sus siglas en inglés),
representa a 22 mil empleados gubernamentales del Concilio 95 de Servidores
Públicos Unidos de Puerto Rico.
El presidente de la AFSCME, Gerald W. McEntee, formó parte
de las protestas, y el sindicato contribuyó $200,000 a la causa.
Mientras los trabajadores sindicalistas y sus partidarios paralizaron
San Juan, el movimiento labora y los funcionarios públicos
electos de Nueva York, Pennsylvania y Chicago hicieron manifestaciones
en defensa de los trabajadores puertorriqueños y exigieron
al gobernador que cancele los despidos. El día de la manifestación
aquí los miembros de DC 37, de Trabajadores Automotrices Unidos,
del 1199 del SEIU y del consejo municipal se congregaron en las escaleras
de la sede del gobierno municipal a denunciar el plan del gobernador
Fortuño.
Sabemos por lo que están pasando nuestros compañeros
puertorriqueños, dijo a la multitud la directora ejecutiva
de DC 37, Lillian Roberts. Tenemos un alcalde al que tampoco
le importan nuestros empleados públicos y que derrocha en contratos
privados el dinero de la gente que paga impuestos, mientras que despide
a nuestros miembros.
Lucharemos contra cualquier intento por acabar con el movimiento
laboral y los contratos colectivos de trabajo en Puerto Rico,
dijo Sonia Ivany, presidenta de la Sección de la Ciudad de
Nueva York del Consejo Laboral por el Avance Latinoamericano.
La Ley Pública No. 7 de Fortuño declaró en marzo
un estado de emergencia fiscal, además de que suspendió
los derechos de contrato colectivo de los empleados públicos,
pero la legislatura ha revertido esa parte de la ley.
El consejo municipal de Nueva York aprobó una resolución
presentada por los concejales Rosie Méndez, Melissa Mark-Viverito
y John Liu, la cual llama a Fortuño a reunirse con los sindicatos
para hablar de soluciones alternativas a la crisis fiscal de la isla.
Como la recesión en Puerto Rico va en su cuarto año,
los despidos impuestos por Fortuño podrían elevar la
actual tasa de 16% de desempleo, lo que es más que en cualquier
estado de los E.U. Este empresario respaldó a Bush y alegó
que crearía empleos privatizando al gobierno y recortando impuestos,
pero la crisis económica ahí se ha profundizado. Los
despidos forman parte de su estrategia para convencer a Wall Street
de que no degrade los lazos de su gobierno a la condición de
basura.
Alfredo Alvarado