Por DIANE S. WILLIAMS
El especialista en derechos humanos Miguel Ramírez extiende
su corazón y su mano a los inmigrantes de tierras
tan distintas como las de Centro y Sur América y Sur de Asia,
los cuales ahora hicieron de Jamaica, Queens, su hogar.
Sé lo que es llegar aquí sin nada, contó
Ramírez, quien nació en un pueblo muy pobre de El Salvador.
Siempre cuestioné por qué había tanta pobreza.
Ramírez fue a la universidad, se convirtió en un estudiante
activista y, mediante programas sociales que enlazaban a las organizaciones
sindicales con las iglesias, ayudó en los años 70 a
brindar alfabetización y vacunas para los salvadoreños.
Sobreviví a una masacre estudiantil el 30 de julio de
1975, recordó él. Estábamos protestando
contra el gobierno. La Guardia Nacional y el Ejército usaron
metralletas contra nosotros. Yo fui uno de los que tuvieron la suerte
de sobrevivir.
Ramírez llegó a Nueva York en 1979. Pasó más
de una década denunciando al gobierno opresor de El
Salvador y cambiando la política exterior de Estados Unidos
hacia su patria. Treinta años después, como miembro
de la Sección Local 154 y activista de la comunidad de Queens,
sigue estando en las primeras líneas del frente.
El aspecto más importante de mi trabajo con la Comisión
de Derechos Humanos es lograr que los inmigrantes se den cuenta de
que Nueva York tiene leyes contra la discriminación,
manifestó Ramírez, quien está casado y tiene
tres hijos grandes. Él difunde ese mensaje mediante talleres
en escuelas, iglesias y grupos comunitarios.
El sentimiento contra los extranjeros hace que hoy los inmigrantes
estén temerosos, indicó. Hace poco tiempo, los
derechistas presentaron una iniciativa de ley que convertiría
en delito grave ser indocumentado, y otra más que les quitaría
la ciudadanía estadounidense a los niños nacidos de
padres indocumentados.
Ramírez es presidente del Centro Hispano Cuzcatlán,
una organización comunitaria enfocada en la vivienda, la inmigración
y la sindicalización. Hace poco, este grupo ganó su
larga batalla contra un casero que acosaba y amenazaba a los inquilinos
inmigrantes.
El congresista federal Gregory Meeks y el Club Demócrata del
Este de Queens han reconocido el activismo social de Ramírez.
Vine a los EE.UU. con la responsabilidad de dar la bienvenida
a otros, con las manos listas para ayudar, dijo Ramírez.
Mi función más importante es la de educar a los inmigrantes
sobre sus derechos y responsabilidades. Se trata de brindar poder
a las comunidades.