Por
LILLIAN ROBERTS,
Directora Ejecutiva de DC 37 AFSCME, AFL-CIO
ESTAMOS
RODEADOS de tiempos difíciles: una economía nacional que se derrumba
y un gobierno estatal con gigantescos huecos presupuestales, y nuestra ciudad
está enfrentando su propia crisis económica. Las suspensiones se
están multiplicando rápidamente en los negocios y la industria;
la dependencia en la burbuja rota de Wall Street ha hecho más vulnerable
a Nueva York, y los ingresos de impuestos municipales están cayendo aún
más rápido que las predicciones recientes.
A medida que crecen
los huecos presupuestales, yo estoy instando al gobierno municipal que evite el
tipo de recortes autoderrotistas en los servicios y empleos que en el pasado han
sido un golpe durísimo para quienes trabajan arduamente y pagan sus impuestos
con una decaída en los parques, trenes subterráneos, caminos y hospitales,
aumentando el crimen y haciendo que caigan las marcas en las escuelas.
En
cambio, nuestros líderes electos deben poner una filosa mirada en el colosal
derroche de contratación externa, que ha aumentado de manera indignante
en los últimos cinco años, al punto de que ahora hay un rubro de
costos de 9 billones de dólares en el presupuesto municipal de 60 billones.
La administración entrega más de estos 9 billones de dólares
de nuestro dinero a un gobierno a la sombra que no fue elegido y que
no tiene que rendir cuentas, conformado por consultores externos y contratistas
privados.
Contratistas perpetran un fraude
Estas firmas a la sombra hacen el mismo trabajo que nuestros miembros desempeñan
en las agencias municipales. Ellos limpian edificios, manejan computadoras, conducen
camiones de comida a las escuelas, cubren las necesidades de atención médica
para estudiantes y ponen las señales que les dicen a los motoristas dónde
estacionarse. Pero el gobierno a la sombra se alimenta de las grandes ganancias,
por lo que es muchísimo más caro que los empleados públicos
de la ciudad. Y muchas de las compañías involucradas están
incorporadas en otros estados. Toman sus ganancias del gobierno municipal y no
le dan nada a cambio a nuestra economía local.
Los contratistas
perpetran un fraude monumental a los contribuyentes de impuestos, al pretender
ser competente pero utilizando una mano de obra paralela sin examinar,
de más de 100 mil empleados que son contratados sin los exámenes
de mérito y aptitud y sin las revisiones de antecedentes que
el gobierno municipal les exige a sus propios empleados del servicio civil.
Entregar
el trabajo público al sector privado es un despilfarro inaceptable en cualquier
momento, y un acto indignante durante la crisis económica actual.Los servidores
públicos deberían estar haciendo eltrabajo del gobierno de la ciudad,
y ningún funcionario gubernamental debería atreverse en pensar en
suspender a un solo empleado municipal mientras el gobierno ala sombra mantenga
su mano de obra paralela enacción.
A pesar del precio etiquetado
con 9 billones de dólares, casi no hay ningún escrutinio de la contratación
externa del gobierno de la ciudad. En todos los años de andar criticando
nuestro pago y pensiones (ver página 17), jamás he visto que los
denominados Ciudadanos de la Comisión Presupuestal se quejen de los descomunales
pagos de las autoridades de la ciudad a contratistas privados. En verdad, ellos
no son vigilantes fiscales: son un fomento a los negocios.
DC 37 ha documentado
cuidadosamente el vasto derroche en el uso de consultores y contratistas externos
del gobierno de la ciudad, porque nos tomamos muy en serio nuestro papel como
vigilantes del dinero público.
A final de cuentas, es nuestro dinero
lo que se está desperdiciando. Cerca de un 85% de nuestros miembros vive
en la ciudad y paga impuestos. Los miembros sindicales trabajan duramente para
atraer un ingreso al gobierno de la ciudad: son auditores de impuestos, evaluadores
municipales, oficinistas del Departamento de Finanzas, investigadores del servicio
médico y choferes de camiones de remolque, por ejemplo. No queremos ver
eso despilfarrado.
Con nuestro dinero y nuestros trabajos en juego, vamos
a conducir una campaña para cortar la entrega de fondos municipales y empleos
municipales al sector privado.
Vimos el poder que tiene la gente en la
monumental votación por el presidente Barack Obama, y me alegra ver que
su plan de recuperación ayudará a salvar empleos. Cuando publiquemos
los resultados de nuestra investigación sobre el gigantesco despilfarro
en la contratación externa, creo que habrá una opinión pública
agitada que exigirá un cambio.