Por
LILLIAN ROBERTS
A lo largo de los muchos años de festejos del
Mes de la Historia Negra en el Consejo Distrital 37, he tenido la fortuna de contemplar
muchos espectáculos maravillosos y de encontrar un gran significado en
ellos.
Uno que jamás olvidaré fue el que presentado el mes
pasado por los Contadores, Estadísticos y Actuarios de la Local 1407. En
su acto, un niño de 9 años recitó el famoso discurso Tengo
un sueño que dio el Dr. Martin Luther King Jr. en la Marcha por Empleos
y Libertad, rumbo a Washington, en 1963. Los afroestadounidenses y los Estados
Unidos han pasado por un largo camino en esos 45 años, pero ese discurso
permanece como un momento definitivo en nuestra historia.
Debemos
luchar juntos
Quedé conmovida casi hasta las lágrimas
por la oratoria del niño, que me evocó las rítmicas cadencias
del Dr. King. Pude sentir la fuerza de su convicción, que me demostraba
que él comprendía el discurso y creía profundamente en su
mensaje.
Cuando el niño terminó su dramático homenaje
a las palabras del Dr. King de esperanza en el día en que todos los
hijos de Dios sean capaces de tomarse de las manos y cantar ¡Al fin libres!
¡Gracias a Dios Todopoderoso, por fin somos libres!, el público
se levantó a ovacionarlo de pie. Aquel niño se llama Muhammad Drammeh.
Cuando se le preguntó cuáles son sus propios sueños, el jovencito
musulmán contestó que él espera un mundo de paz, en
el cuál la gente de raza negra y de raza blanca, los cristianos, los musulmanes
y los judíos se unan y se respeten los unos a los otros. Me quito
el sombrero ante su madre, Shireena Drammeh, emigrada de Guyana Sudamérica,
y ante su padre, Sheikh Moussa Drammeh, de Gambia África Occidental,
pues está claro que lo han criado inculcando respeto por toda la humanidad.
Los
programas del Mes de la Historia Negra representan una magnífica expresión
de creatividad y arduo trabajo de muchas locales sindicales y del Comité
de Historia Negra, presidido por Kevin Smith, presidente de la Local 1655, junto
con la administradora del Plan de Salud y Seguridad Cynthia Chin-Marshall, como
copresidenta.
La actuación de Muhammad Drammeh el mes pasado fue
un tributo al espíritu que alienta a nuestros miembros, los cuales han
aumentado en número para acoger las culturas de cada uno y una serie de
actividades sindicales en un ciclo anual, que comienzan con el Mes de la Historia
Negra y terminan con las festividades de Eid ul-Fitr, Diwali, Hannukah y Navidad.
A
lo largo del año, hemos ofrecido oportunidades maravillosas de conocer
la historia de cada uno, la música, la danza, el arte, la cocina e incluso
el humor, a medida de participamos todos en las celebraciones étnicas celebradas
por nuestros comités de legado asiático, caribeño, irlandés,
italiano, judío y latino de DC 37.
Mensaje
de paz
A medida que hemos llegado a apreciar más de las vidas
y culturas de unos y otros, hemos aprendido que todos los grupos que integran
al Consejo Distrital 37 comparten historias de explotación laboral en los
empleos más arduos, sobreviviendo a pesar de una opresión terrible
y manteniéndose unidos en la lucha para ganar una justa parte de los derechos
económicos y políticos que conforman el sueño americano.
Es a partir de nuestra diversidad como hemos ganado el entendimiento vital de
que compartimos un legado colectivo como hombres y mujeres asalariados. Hemos
encontrado fuerza en nuestra diversidad.
Las múltiples voces de
nuestros miembros gritan por un cambio: por una total equidad racial, por justicia
económica con un pago justo, por un sistema tributario justo y por una
vivienda a precio accesible; por acceso universal a educación y atención
médica de calidad; por aire limpio y agua pura; por un mundo que no se
esté sobrecalentando en la contaminación, y por paz.
Negros
y blancos, latinoamericanos y asiáticos, sabemos que debemos luchar juntos
por estos objetivos, y que tenemos a nuestro sindicato y al movimiento laboral
para unirnos en la bella fuerza de nuestra diversidad.
Quiero que cada
uno de nuestros miembros sepa que, aunque quizás se sienta usted impotente
como una sola persona, no está solo. Usted es un afiliado sindical. Trabajando
con sus compañeros y apoyando a su sindicato, puede ayudar a construir
una fuerza poderosa que paso a paso puede mejorar nuestras vidas,
robustecer a nuestras comunidades y hacer de éste un mundo mejor. Trabajando
juntos, podemos progresar con vistas a los objetivos del dr. Martin Luther King
Jr., y, también, a los objetivos del joven Muhammad Drammeh.