Por LILLIAN ROBERTS,
Directora Ejecutiva de DC 37
AFSCME, AFL-CIO
Vivir en tiempos inhóspitos. Más de 15 millones de estadounidenses
siguen sin trabajo, viendo cómo se acaba su seguro de desempleo,
enfrentando cierres de hipotecas y no tener vivienda, sufriendo hambres
o dependiendo de los cupones de alimentos para su próxima comida.
Los desempleados y los negocios cerrados no pueden pagar impuestos,
y esta recesión terrible está arrasando estados y ciudades
por toda la ciudad con huecos presupuestales que se amplían
constantemente más que nunca.
Los gobiernos estatales y locales han eliminado casi 200 mil empleos
desde enero de 2009, y 44 de los 50 estados han recortado la atención
médica, la educación y los servicios para los ancianos
y los discapacitados. Muchos gobiernos estatales, incluyendo el de
Nueva York, están considerando hacer nuevas rondas de recortes
a los servicios vitales, y los ceses adicionales resultantes deteriorarían
los esfuerzos del presidente Obama por lograr la recuperación
económica.
Congreso deber actuar
El programa de estímulo económico de Obama claramente
nos protegió de caernos al desfiladero en una segunda Gran
Depresión, y sigue reduciendo las pérdidas masivas de
empleos que nos impuso la codicia de los banqueros y corredores de
bolsa de Wall Street bajo el gobierno de Bush. Pero ahora necesitamos
dar vuelta a la página creando más empleos, y en este
momento, necesitamos ayuda de emergencia para las familias, las ciudades
y los estados que están sufriendo bajo los efectos de la recesión.
Necesitamos desesperadamente que el Congreso Federal apruebe una legislación
que ponga a Estados Unidos de vuelta trabajando, con la creación
de decenas de miles de nuevos empleos, incluyendo empleos ecologistas
para hacer más saludable nuestro medio ambiente. Necesitamos
ayuda directa a los gobiernos municipales y estatales para proteger
los empleos de servicio público, la educación pública,
la vivienda pública y la atención médica pública.
Para los millones que se quedaron sin trabajo sin culpa alguna, el
Congreso debe continuar ofreciendo una cobertura médica más
barata y extender el seguro de desempleo y la ayuda de Medicaid para
ayudar a los inválidos, así como los presupuestos estatales
y para los hospitales.
Pero, para merecer esta ayuda, necesitamos poner de nuestra parte
en casa. Necesitamos una aproximación más balanceada
que los destructivos planes del gobernador Paterson y del alcalde
Bloomberg para cerrar los desajustes presupuestales, ya que éstos
despiden a los trabajadores y demuelen a los servicios públicos
sin aportar ningún ingreso adicional. En lugar de que hagan
eso, estamos presionando urgentemente a la Legislatura a que cierre
los agujeros jurídicos respecto de los impuestos que paga el
sector empresarial y que reinstale impuestos a transferencias de reservas
y desde otros estados.
Tenemos que hacer un uso más eficiente de nuestros recursos
locales eliminando el desperdicio, como el exceso de niveles de gerencias
que se han multiplicado en muchas agencias del gobierno municipal,
mientras que la línea de frente del personal de servicio civil
se ha encogido. Y, sobre todo, le estoy diciendo al alcalde y al Consejo
Municipal que ningún gobierno responsable debería siquiera
pensar en despedir a empleados dedicados y productivos sin examinar
los $9 billones anuales que la ciudad derrocha en sus 18 mil contratos
externos.
Contratos externos siguen
Estoy convocando a la sede gubernamental de la ciudad a reconocer
el valor extraordinario de nuestros miembros desde auxiliares
de hospitales a encargados de respuesta a emergencias; desde técnicos
de computadores hasta apoyos escolares y oficinistas , quienes
están haciendo un trabajo magnífica para mantener funcionando
a esta ciudad en condiciones difíciles. En muchas agencias,
el personal se ha reducido a niveles esqueléticos. Por ejemplo:
incluso aunque la recesión haya elevado la necesidad de cupones
de alimentos, el gobierno municipal recortó a ese personal.
Si actuamos conscientemente no podemos despedir a estos trabajadores
vitales y no podemos cortar servicios como la atención médica
y la educación: no mientras el gobierno municipal siga regalando
masivamente $9 billones a los contratistas y consultores privados.
El alcalde no hizo esfuerzo alguno por reducir el exceso de gasto
cuando propuso un presupuesto que perjudicaría a los trabajadores
municipales, a las comunidades de clase media y a los necesitados.
Si tienen que sufrir millones de neoyorquinos, ¿por qué
no deben compartir las penurias sus amigos negociantes millonarios?
Le estoy pidiendo al Consejo Municipal que, a un plan presupuestal
que destruiría empleos, carreras y servicios, le responda con
una revisión cuidadosa de todo contrato externo. Deberían
bloquear todos los contratos o extensiones que desperdician nuestros
impuestos o que pagan consultores más de lo que las autoridades
municipales pagan a empleados similares.