Por LILLIAN ROBERTS
Directora Ejecutiva del dc 37
Éste es un momento crucial para nuestra organización
sindical y para todo el movimiento laboral estadounidense.
Nuestros valores, nuestras carteras y la red de seguridad que hemos
construido a lo largo de los últimos 70 años están
bajo ataque. En la creación y la lucha por el Seguro Social,
por los planes Medicare y Medicaid, el movimiento laboral desempeñó
un papel clave. Ahora estamos defendiéndolos con todas nuestras
fuerzas.
La administración de Bush está presionando por lograr
un presupuesto federal rodeado de enormes exenciones de impuestos
para los ricos y recortes a los fondos para la educación y
la atención médica para la clase media y los pobres,
además de que a los hijos y a los nietos les cuelga en el cuello
la soga de una deuda sin precedentes. Las familias asalariadas pagan
la guerra contra Irak con continuos recortes nacionales, al igual
que con las vidas de sus valientes hijos e hijas.
La amenaza va más allá de la economía: el Partido
Republicano nacional bajo un liderazgo de derecha y en control
de los tres poderes del gobierno ahora se inclina por barrer
las protecciones al medio ambiente y por cambiar las reglas del Senado
que tanto han perdurado; esto, con el fin de asfixiar a la minoría
e imponer jueces federales extremistas y de inutilizar la negociación
colectiva, que es el principal medio de los trabajadores de ganar
sueldos justos y condiciones laborales decentes.
Bajo la obvia coordinación de la Casa Blanca, los derechos
de negociación y los contratos de los empleados públicos
han sido revocados en Kentucky, Indiana y Missouri. El gobernador
Terminator de California, Arnold Schwarzenegger, está tratando
de destruir al sistema público de pensiones del empleado, y
el secretario de la defensa, Donald Rumsfeld, está ocupado
en masacrar las reglas del servicio civil federal y los derechos de
negociación de 750,000 empleados del gobierno.
Es hora de que veamos el panorama general y nos demos cuenta de que
el Presidente Bush le ha declarado la guerra a la clase trabajadora.
Tenemos que entender eso para poder movilizar la respuesta más
poderosa que haya habido jamás y hacer que este gobierno deje
de arruinar nuestros empleos, nuestras vidas y a nuestro país.
El verdadero plan de Bush: destruir al seguro
social
Su ataque más concentrado apunta contra el seguro social. Bush
ha echado mano de las distorsiones de un demagogo: tácticas
para asustar (el sistema está yéndose a la bancarrota);
la gran mentira (no se recortarán las prestaciones),
y dividir para conquistar (las mujeres y los afroamericanos
deben apoyar la privatización porque el actual plan es injusto;
los ancianos no deben preocuparse por los futuros recortes de prestaciones
que sólo afectarán a otros).
El verdadero objetivo del presidente no es sólo ayudar a sus
amigos de Wall Street con las cuentas de inversión privada.
Y ciertamente no es sólo de arreglar los problemas mínimos
de financiamiento que no aparecerán sino después de
décadas. Hace poco él admitió que las cuentas
privadas no resolverán nada. No hay que confundirse: el verdadero
plan de Bush es destruir al Seguro Social el programa guber-namental
más exitoso de la historia porque demuestra lo que el
pueblo trabajador puede lograr cuando nos unimos.
La batalla por privatizar al Seguro Social es una lucha por el alma
de los Estados Unidos; es una disputa fundamental sobre qué
clase de sociedad debemos tener.
El presidente defiende un mundo de competencia salvaje, dominado por
las empresas y los ricos, con impuestos permanentemente más
bajos para ellos y reducidísimas prestaciones y servicios públicos
para el resto de nosotros.
Nosotros defendemos a una nación que brinda educación
de calidad, atención médica de calidad, y los suficientes
empleos para que la gente de todas las razas, géneros y nacionalidades
pueda ganar una vida con dignidad. Creemos en un país al que
le importan los más débiles, los más enfermos
y los más pobres. Defendemos el duro trabajo, defendemos a
la comunidad y la distribución justa de las buenas cosas de
la vida. Éstos son los valores fundamentales estadounidenses,
y lucharemos por defenderlos.
El movimiento laboral debe estar unido para
pelear
En esta batalla creciente por un mundo más justo, el movimiento
laboral organ-izado es la única fuerza que puede aportar el
liderazgo y la fuerza para unir a las comunidades que están
bajo ataque: las minorías y los inmigrantes, el pueblo trabajador
y los desempleados, la clase media y los pobres.
Debemos aceptar esta responsabilidad para nuestros miembros y para
todos aquellos que sufren bajo el gobierno de derecha. Debemos entender
que estamos en una situación nefasta y hacer a un lado el divisionismo
que nos debilita. Sólo un movimiento laboral unido puede cumplir
con el reto de defendernos de la aplanadora derechista conducida por
George W. Bush.
Pido insistentemente a nuestros miembros a que se informen sobre la
guerra de clase emprendida por el presidente contra los empleados
públicos y contra todo el pueblo trabajador, y estar listos
para responder. Comiencen con leer la PEP, que también pueden
encontrar en nuestra página electrónica (www.dc37.net),
y visiten la página de nuestro sindicato nacional en www.afscme.org.
Puede
que necesitemos llevar esta batalla a las calles, y todos nosotros
debemos estar listos para cumplir con el reto.