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Mayo 2005
 
     
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La Voz Latinoamericana de PEP
Mayo 2005

Bush hace la guerra contra la clase trabajadora

Por LILLIAN ROBERTS
Directora Ejecutiva del dc 37


Éste es un momento crucial para nuestra organización sindical y para todo el movimiento laboral estadounidense.

Nuestros valores, nuestras carteras y la red de seguridad que hemos construido a lo largo de los últimos 70 años están bajo ataque. En la creación y la lucha por el Seguro Social, por los planes Medicare y Medicaid, el movimiento laboral desempeñó un papel clave. Ahora estamos defendiéndolos con todas nuestras fuerzas.

La administración de Bush está presionando por lograr un presupuesto federal rodeado de enormes exenciones de impuestos para los ricos y recortes a los fondos para la educación y la atención médica para la clase media y los pobres, además de que a los hijos y a los nietos les cuelga en el cuello la soga de una deuda sin precedentes. Las familias asalariadas pagan la guerra contra Irak con continuos recortes nacionales, al igual que con las vidas de sus valientes hijos e hijas.

La amenaza va más allá de la economía: el Partido Republicano nacional — bajo un liderazgo de derecha y en control de los tres poderes del gobierno — ahora se inclina por barrer las protecciones al medio ambiente y por cambiar las reglas del Senado que tanto han perdurado; esto, con el fin de asfixiar a la minoría e imponer jueces federales extremistas y de inutilizar la negociación colectiva, que es el principal medio de los trabajadores de ganar sueldos justos y condiciones laborales decentes.

Bajo la obvia coordinación de la Casa Blanca, los derechos de negociación y los contratos de los empleados públicos han sido revocados en Kentucky, Indiana y Missouri. El gobernador Terminator de California, Arnold Schwarzenegger, está tratando de destruir al sistema público de pensiones del empleado, y el secretario de la defensa, Donald Rumsfeld, está ocupado en masacrar las reglas del servicio civil federal y los derechos de negociación de 750,000 empleados del gobierno.

Es hora de que veamos el panorama general y nos demos cuenta de que el Presidente Bush le ha declarado la guerra a la clase trabajadora. Tenemos que entender eso para poder movilizar la respuesta más poderosa que haya habido jamás y hacer que este gobierno deje de arruinar nuestros empleos, nuestras vidas y a nuestro país.

El verdadero plan de Bush: destruir al seguro social
Su ataque más concentrado apunta contra el seguro social. Bush ha echado mano de las distorsiones de un demagogo: tácticas para asustar (“el sistema está yéndose a la bancarrota”); la gran mentira (“no se recortarán las prestaciones”), y dividir para conquistar (“las mujeres y los afroamericanos deben apoyar la privatización porque el actual plan es injusto; los ancianos no deben preocuparse por los futuros recortes de prestaciones que sólo afectarán a otros”).

El verdadero objetivo del presidente no es sólo ayudar a sus amigos de Wall Street con las cuentas de inversión privada. Y ciertamente no es sólo de arreglar los problemas mínimos de financiamiento que no aparecerán sino después de décadas. Hace poco él admitió que las cuentas privadas no resolverán nada. No hay que confundirse: el verdadero plan de Bush es destruir al Seguro Social — el programa guber-namental más exitoso de la historia — porque demuestra lo que el pueblo trabajador puede lograr cuando nos unimos.

La batalla por privatizar al Seguro Social es una lucha por el alma de los Estados Unidos; es una disputa fundamental sobre qué clase de sociedad debemos tener.

El presidente defiende un mundo de competencia salvaje, dominado por las empresas y los ricos, con impuestos permanentemente más bajos para ellos y reducidísimas prestaciones y servicios públicos para el resto de nosotros.

Nosotros defendemos a una nación que brinda educación de calidad, atención médica de calidad, y los suficientes empleos para que la gente de todas las razas, géneros y nacionalidades pueda ganar una vida con dignidad. Creemos en un país al que le importan los más débiles, los más enfermos y los más pobres. Defendemos el duro trabajo, defendemos a la comunidad y la distribución justa de las buenas cosas de la vida. Éstos son los valores fundamentales estadounidenses, y lucharemos por defenderlos.

El movimiento laboral debe estar unido para pelear
En esta batalla creciente por un mundo más justo, el movimiento laboral organ-izado es la única fuerza que puede aportar el liderazgo y la fuerza para unir a las comunidades que están bajo ataque: las minorías y los inmigrantes, el pueblo trabajador y los desempleados, la clase media y los pobres.

Debemos aceptar esta responsabilidad para nuestros miembros y para todos aquellos que sufren bajo el gobierno de derecha. Debemos entender que estamos en una situación nefasta y hacer a un lado el divisionismo que nos debilita. Sólo un movimiento laboral unido puede cumplir con el reto de defendernos de la aplanadora derechista conducida por George W. Bush.

Pido insistentemente a nuestros miembros a que se informen sobre la guerra de clase emprendida por el presidente contra los empleados públicos y contra todo el pueblo trabajador, y estar listos para responder. Comiencen con leer la PEP, que también pueden encontrar en nuestra página electrónica (www.dc37.net), y visiten la página de nuestro sindicato nacional en www.afscme.org. Puede
que necesitemos llevar esta batalla a las calles, y todos nosotros debemos estar listos para cumplir con el reto.

 

 

 
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