Un
día orgulloso
Me emociona que, después de una
batalla tan larga como dura, hayamos dado este paso gigantesco. Somos una nación
fuerte y rica, y ya es hora de usar nuestros recursos para que toda nuestra gente
pueda estar sana. Pero sentía desmayar ante el vociferante miedo de manipulación
belicosa que los Republicanos usaron para luchar contra la reforma, tal como las
mentiras que hablaban de que los páneles de la muerte desconectarían
el cuerpo de la abuela y que convocaban a una táctica totalitaria
con el voto de la mayoría en el Senado.
Cuando los legisladores
aprobaron la ley, vimos una increíble amargura que me hizo recordar los
años 50, cuando la Suprema Corte puso fin a la segregación racial
en las escuelas y algunos se pararon en la puerta de salida para bloquear la equidad.
Un columnista de derecha calificó la reforma sanitaria como una acción
de pluralidad afirmativa en esteroides. Miembros de una mafia de fiestas
de te gritaron epítetos racistas y les escupieron a los congresistas
afroestadounidenses, incluyendo al héroe del movimiento por los derechos
civiles John Lewis. Ese día, las sábanas invisibles se hicieron
muy visibles.
Pero al final, fue un día de orgullo para los Estados
Unidos, a medida que la gente de buena voluntad y decencia superó la parte
desagradable. El presidente Obama ganó la más dura prueba a su poder
político, y nuestro país dio un paso gigantesco en la marcha por
la justicia.
Estoy orgullosa de que nuestra delegación de Nueva
York en el Congreso haya defendido las necesidades del pueblo. Estoy particularmente
orgullosa de nuestro sindicato, que abiertamente defendió la campaña
para elegir a Obama y dio al 100% su respaldo por la reforma a la atención
médica, con listas de llamadas telefónicas y manifestaciones en
Washington para presionar su aprobación. Y estoy orgullosa de ser parte
del movimiento laboral de Estados Unidos, que ayudó a aprobar el Seguro
Social, el Seguro de Desempleo, la Compensación por Accidentes Laborales
Workers Compensation, los planes Medicare y Medicaid. En los años
90, el movimiento laboral salvó al Seguro Social del intento del ex presidente
George Bush por desmantelarlo, y ahora hemos desempeñado un papel enorme
en el triunfo de la reforma de atención a la salud.
En el largo
sendero para aprobar esa ley, el presidente Obama mostró paciencia, tenacidad
y firmeza. Revivió la iniciativa de ley cuando parecía muerta, apelando
a los mejores ángeles de los legisladores e instando al Congreso a dejar
que brille nuestra luz. Al final, puso su presidencia en la línea
de mejorar las vidas de todos los estadounidenses. Debemos estar orgullosos de
que nosotros ayudamos a ganar la lucha por hacer de la atención médica
un derecho y no un privilegio.
La persistencia que llevó al presidente
Obama a la victoria es un modelo sobre-saliente para nuestra campaña por
recortar la subcontratación externa. Necesitamos una legislación
que acabe con el derroche que el gobierno de la ciudad hace regalando beneficios
a 18,000 consultores privados y contratistas mientras las necesidades humanas
claman por acciones. Necesitamos leyes que prohíban los despidos por recorte
cuando hay contratistas externos haciendo el mismo trabajo por un costo más
alto, y prohibir la contratación externa cuando los empleados públicos
están en la lista de futuros despidos.
Ningún gobierno responsible
puede actuar de buena conciencia recortando servicios vitales y despidiendo a
los dedicados empleados que sí trabajan arduamente, mientras existen verdaderos
ahorros al alcance. A nombre del pueblo de la Ciudad de Nueva York, de sus contribuyentes
de impuestos, y de nuestros miembros, nunca nos rendiremos hasta ganar nuestra
batalla contra el derroche de contrataciones externas.