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La Voz Latinoamericana de PEP
Julio-Agosto 2014

Ley de 1964 : un paso histórico



Por DIANE S. WILLIAMS

Hace 50 años, el movimiento por justicia racial ganó una ley que forzó al país a dar un giro sísmico rumbo a un Estados Unidos más libre e igualitario. El momento decisivo llegó el 2 de julio de 1964, cuando el Presidente Lyndon B. Johnson firmó la Ley de Derechos Civiles, cambiando así el rumbo de la nación, de ser una sociedad separada y desigual, a una con plena ciudadanía independientemente de la raza.

La Ley de Derechos Civiles de 1964 puso fin a la segregación legal y ayudó a los afroestadounidenses que habían quedado marginados hasta el último lugar a que reclamaran su poder económico y político y su dignidad como ciudadanos estadounidenses.

Los afroestadounidenses que habían sido por largo tiempo privados de sus derechos en el sur de Jim Crow, y algo menos en el norte, así como muchos blancos, sintieron el aguijón de la opresión y se enlistaron en el Movimiento por los Derechos Civiles de la década.

Guiado y encarnado por el Doctor Martin Luther King Jr., con el apoyo de la parte progresista del movimiento laboral -incluyendo al DC 37 y a su sindicato nacional matriz, la Federación Americana de Empleados de Condados, Estatales y Municipales-, ese movimiento incitó a la gente común a hacer un cambio extraordinario. El mensaje popular de libertad e igualdad resonó públicamente mientras los dirigentes y activistas hablaban con la verdad ante el poder en manifestaciones sentadas y marchas, y al cantar We Shall Overcome/Venceremos mientras muchos eran sangrientamente golpeados y encarcelados.

Reciben apoyo de JFK

La irrefrenable y cada vez mayor presión que pusieron sobre los funcionarios electos y su infatigable espíritu frente a la policía armada, ante las mangueras contra incendios y los perros feroces, ante las pandillas de linchamiento, los bombazos en sus hogares e iglesias e incluso la muerte en su lucha de "todo o nada" por igualdad y dignidad humana para todo estadounidense, en última instancia se ganaron la atención y el apoyo del joven presidente John F. Kennedy.

Kennedy adoptó el llamado a corregir las injusticias sistémicas que habían definido durante demasiado tiempo los destinos de los ciudadanos, tanto de raza negra como blanca; lo vio como su misión y presentó la propuesta de Ley de Derechos Civiles en 1963.

King mostró el camino

King y los líderes de derechos civiles y laborales A. Phillip Randolph, Ralph Abernathy, John Lewis, Andrew Young, Fanny Lou Hamer, Ella Baker y Bayard Rustin, entre otros, encabezaron docenas de manifestaciones no violentas y enfrentaron voluntariamente el arresto.

Marcharon en los lugares donde no se les permitía caminar, y se sentaron donde no se quería que estuvieran. Sus actos públicos de desobediencia civil crearon conciencia en una nación que estaba cómodamente engordando con la nueva prosperidad después de haber ganado la Segunda Guerra Mundial.

El abismo canceroso de Estados Unidos entre un grupo que prosperaba en abundancia mientras otro languidecía en condiciones escuálidas -marginado por una injusticia legal y ejercida; por un abierto racismo y por una pobreza multigeneracional- era a la vez conocido e ignorado. Los afroestadounidenses que construyeron la nación, que trabajaron en sus campos y que pelearon en sus guerras cargaban las cicatrices de los segregados y desiguales, y enfrentaban las diarias humillaciones y la horrenda opresión en el sur de Jim Crow. En la Marcha a Washington por Empleos y Libertad de 1963, King mostró a la luz el sucio secreto de Estados Unidos. Al señalar el camino a la redención, pidió a Estados Unidos estar a la altura de la promesa de su Constitución.

En los años 50 y principios de los 60, la decisión de la Suprema Corte contra la segregación en las escuelas, el boicot a los autobuses públicos de Montgomery, las caravanas racialmente integradas por la libertad en el sur y las dramáticas acciones conducidas por estudiantes para sentarse en las barras prohibidas, habían concientizado sobre el sistema de segregación sureño de Jim Crow, y los artistas como Harry Belafonte, Ossie Davis, Ruby Dee y Nina Simone ayudaron a iluminar fuertemente la necesidad del cambio.

El Verano de la Libertad de 1964 unificó a las principales organizaciones de derechos civiles -la NAACP, el Congreso de Igualdad Racial, la Conferencia de Líderes Cristianos Sureños de King, y el Comité Coordinador Estudiantil No Violento (SNCC, por sus siglas en inglés)- en una campaña amplia dirigida por el SNCC y dirigencias locales para empadronar a los votantes afroestadounidenses en Mississippi.

Así como había encendido fuegos de protesta el horrible homicidio en Mississippi del joven de 14 años Emmett Till por hablar con una mujer blanca, el salvaje asesinato de tres voluntarios del Verano de la Libertad -los neoyorquinos Andrew Goodman y Michael Schwerner y James Chaney de Mississippi-, ocurrido en junio de 1964, despertó a Estados Unidos, al Congreso y al presidente Johnson.

Los tres jóvenes fueron arrestados por la policía local y nunca más se les volvió a ver vivos. A los 44 días, sus cadáveres fueron encontrados en una tumba poco profunda. La mayoría de los estadounidenses reaccionó indignada de que la policía local y los políticos estuvieran involucrados con el Ku Klux Klan y de la brutalidad y el odio arraigado que subyacían en los homicidios.

En noviembre de 1963, el impactante asesinato del presidente Kennedy había colocado en la presidencia al hábil político Johnson, quien se proponía honrar a Kennedy y terminar lo que Lincoln había iniciado un siglo antes al acabar con la esclavitud.

Un paso monumental

En menos de dos semanas después de la muerte de los activistas de derechos civiles, las más sólidas protecciones a los derechos civiles se convirtieron en ley cuando Johnson firmó la Ley de Derechos Civiles. Por primera vez, Estados Unidos tenía una ley que prohíbe estrictamente la discriminación por raza, color, género y religión, para restaurar su fracturado sistema social.

Seguida rápidamente por la Ley de Derechos del Votante promulgada en 1965, dicha ley condujo a una desegregación amplia e institucionalizada en la vivienda, el transporte, el alojamiento, las instalaciones públicas, el empleo y los sindicatos.

Aunque nos queda un largo camino por andar para lograr igualdad económica, la Ley de Derechos Civiles de 1964 constituyó un paso monumental en la larga marcha por la dignidad y los derechos humanos para todos.

 

 

 
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