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Septiembre 2003
 
     
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La Voz Latinoamericana de PEP
Septiembre 2003

La guerra fiscal de Bush aumenta la desigualdad

Por GREGORY N. HEIRES

La Nueva ley fiscal de Bush — un programa de lucha de clases — pro-fundizará la desigualdad y meterá al gobierno federal en una camisa de fuerza fiscal.

Antes de que el Congreso aprobara el plan en mayo pasado, los oponentes no dejaban de señalar los recortes propuestos a los dividendos del mercado y a las ganancias del capital como un regalo para los ricos.

Muchos no reciben dinero

Pero el cinismo que encerraba el paquete de impuestos quedó aún más claro en los días después del 28 de mayo, luego de que lo firmara el Presidente Bush.

  • Primero, un análisis del Centro sobre Prioridades de Presupuesto y Política demostró que millones de familias con ingresos entre $10,500 y $26,625 —entre los que está la mayoría de los miembros del DC 37 — por obra de esta ley quedaron excluidas de la disposición para aumentar el crédito por impuesto de hijos de $600 a $1000. Tales familias, a diferencia de las adineradas, este verano no recibirán los cheques de $400 por hijo.
  • En seguida, un segundo estudio descubrió que 8 millones de contri-buyentes de impuestos, en su mayoría de bajos ingresos y que pagan individual-mente, no van a recibir ni un centavo, a pesar de que los políticos repub-licanos alegan que todos los que pagan impuestos ganarían con la nueva ley. El estudio fue realizado por el Centro de Política de Impuestos, que está afiliado al Instituto Brookings y al Instituto Urbano.
“El grueso del dinero va para la gente que está hasta la cumbre”, indicó el economista Dean Baker, codirector del Centro de Investigación de Política Económica. “En verdad ellos quieren dar la mayor cantidad de dinero posible a los ricos”.

Según la ley fiscal de Bush, el 1 por ciento de los estadounidenses que están en la cumbre recibirían una reducción de $103,899 de impuestos a lo largo de cuatro años, según el Instituto de Política Fiscal y Económica.

Más de la mitad de los recortes de impuestos será para el 5 por ciento de los de mayores ingresos, y dos terceras partes irán para el 10 por ciento de los que más perciben.

En 2003, los 50 millones de personas a cargo de su hogar y con menos recursos no recibirán nada, mientras que el promedio del reembolso que darán a la media quinta parte de personas a cargo de su hogar será de $217, de acuerdo con el Centro de Política de Impuestos.

El paquete de impuestos le costará al gobierno federal 350 billones de en ingresos perdidos. Pero el CBPP dice que el verdadero costo podría ser tres veces esa cantidad, si el Congreso sigue con su práctica de ampliar las disposiciones “a la puesta del sol”. El 22 de mayo, el presidente republicano de la Cámara de Represen-tantes, Dennis Hastert, prácticamente reconoció esa posibilidad al decir que “la cantidad de 350 [billones] es básicamente para los próximos dos años. Pero también podría terminar en el trillón de dólares, porque se puede ampliar”.

“Por supuesto que nos encantaría verla más grande, pero es un buen comienzo”, dijo Grover Norquist, cabeza del grupo por la reforma fiscal Americans for Tax Reform. El objetivo de los reductores derechistas de impuestos no es sólo proporcionar bienestar para los ricos, sino, en última instancia, vaciar al gob-ierno hasta que no le quede otro remedio que destripar o cancelar muchas pres-taciones públicas, incluyendo los planes Medicare y de Seguro Social que los conservadores quieren privatizar parcial-mente.

Ahogando al gobierno
El Sr. Norquist ha dejado claro su objetivo final: “mi meta es recortar al gobierno a la mita en 25 años, y reducirlo hasta que quede de un tamaño que lo podamos echar por la tina”.

Hace poco, el Sr. Norquist instó al Gobernador George E. Pataki a que bloqueara los aumentos a los impuestos que la Legislatura Estatal finalmente había adoptado para evitar otros 10 mil despidos en la Ciudad de Nueva York y drásticos recortes a nivel estatal en la educación y las escuelas.

“Si vemos en dos o tres años o más y el déficit sigue siendo de 400 a 500 billones eso va a ser un problema”, dijo el Sr. Baker. Frente a una monumental caída de ingresos, el Congreso tendrá que decretar los impopulares aumentos a los impuestos o recortar profundamente el gasto.

“La propuesta básica de esta admin-istración es que, una vez que se acumule la fortuna financiera, ésta no grave impuestos”, dijo el economista James K. Galbraith, director Proyecto de la Desigualdad de la Universidad de Texas.

“Pero tienes que poder financiar la atención médica, la educación y la protección de la ecología. Eso se vuelve muy difícil cuando estás imponiendo que suban otros tipos de impuestos, como los impuestos a la propiedad y a las ventas. Hay un límite para lo que pueden pagar las clases pobres y medias.”

 

 

 

 

 

 
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