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Marzo 2006
 
   
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La Voz Latinoamericana de PEP
Marzo 2006

Es hora de un plan médico nacional

Por Lillian Roberts,
Directora Ejecutiva
de DC 37, AFSCME

DI MIS PRIMEROS PASOS como activista sindical cuando era enfermera auxiliar en Chicago. Uno de los momentos que más orgullo me da fue cuando encabecé la campaña organizativa en los hospitales públicos en los años 60, la cual estableció al DC 37 como el principal sindicato municipal de la Ciudad de Nueva York. Por ello, la atención médica es un asunto que me apasiona particularmente. Y hoy en día, nuestro sistema es un lío económico y una crisis humana.

Como defensora de los pobres y de las familias de los trabajadores, veo la atención médica como un derecho y no como un producto comercial para generar ganancias. Considero escandaloso que seamos la única nación del mundo industrializado que no ofrece atención médica gratuita a sus ciudadanos.

Canadá gasta por persona en atención médica la mitad de lo que gasta Estados Unidos, pero nuestro índice de mortalidad infantil es más alto y nuestra expectativa de longevidad es más corta. El año
pasado, Toyota citó los costos médicos como una de las razones para instalar una planta y miles de empleos en Canadá — donde hay un sistema nacional de atención médica — en lugar de hacerlo en Tennessee.

Millones sin plan
El costo altísimo de la atención médica inmoviliza a las empresas del sector privado, quiebra los presupuestos del sector público, y deteriora la capacidad de negociación colectiva de los sindicatos, en tanto que 45 millones de estadounidenses son abandonados en el frío sin ninguna cobertura médica.

Las empresas de recetas médicas se salen con la suya, cobrando muchísimo más aquí que en cualquier otro país por los mismos medicamentos. Son las que tienen mayores ganancias en el país, en tanto que sus precios indignantes exprimen las prestaciones de los miembros sindicales y a otros los dejan teniendo que elegir entre medicinas y comida.

Es hora de que exijamos un simple plan de atención médica que cubra a todos y controle los precios de medicinas vitales. Un plan médico nacional quitaría el tema de la atención médica de la mesa de negociaciones; brindaría un alivio financiero a los gobiernos municipales y liberaría fondos para alzar los salarios y mejorar los servicios.

En el sector de atención médica, la motivación de la ganancia genera desperdicio. Hace poco, el New York Times señaló que muchos planes privados se niegan a pagar $150 por atención preventiva de dolencias diabéticas del pie, aunque cubren amputaciones que cuestan $30,000. No hay lugar para la búsqueda de ganancias enormes en la atención médica. Una tercera parte del gasto federal de atención médica se destina a las gigantescas compañías de seguro. Sin ellas, nos las arreglaríamos en rumbo a un sistema de atención médica que funcione para las necesidades del paciente en lugar de para la codicia empresarial.

Falta control de precios
El costo administrativo del Seguro Social es sólo el 1%. Nuestras instituciones de Health and Hospitals Corp. — cuyo personal es de nuestros miembros — ha sido citado por agencias de acreditación nacionales por su alta calidad en la atención médica. Un programa gubernamental bien diseñado podría proporcionar una atención médica superior para todos los estadounidenses por menos de lo que gasta el sector privado.

El costo disparado de las medicinas recetadas destruye gradualmente las prestaciones sindicales y ataca los niveles de vida de los ancianos. El nuevo plan de medicinas “Parte D” de Medicare elaborado por la administración de Bush es inadecuado y está lleno de en confusión. Lo peor es que, para complacer a los amigos de Bush en la industria farmacéutica, la legislación republicana de hecho le prohíbe al gobierno controlar los altos precios de las medicinas.

Sin un control de precios, no sé como la mayoría de los ancianos de nuestro plan sindical de prestaciones podrán jamás escapar del vicio financiero de la industria farmacéutica. En la Segunda Guerra Mundial, los controles de precio impedían lucrar con gasolina, azúcar y carne. ¿Son las medicinas menos esenciales para la calidad de nuestra vida?

Los sindicatos al frente
Los sindicatos como el nuestro deben ir a la cabeza de la lucha por un seguro médico nacional y un control de precios de las medicinas. Debemos trabajar con una coalición de políticos progresistas, empleados con visión al futuro y organizaciones sociales y religiosas para catapultar estos problemas al primer lugar de la agenda política de nuestro país.

Tenemos que transmitirle a Washington este mensaje: nuestra salud es demasiado importante como para dejarla en manos del sistema fallido actual.

 

 

 
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