¡Nueva 
York es nuestra casa!, gritaron 7,000 activistas de derechos de vivienda 
de DC 37 y de una coalición de 90 sindicatos, políticos, residentes 
y abogados que marcharon el 23 de mayo desde Stuyvesant Town hasta Union Square, 
en una manifestación por vivienda a precio accesible.
 
 Son 
millones los neoyorquinos que no pueden pagar un lugar digno para vivir, 
expresó la directora ejecutiva del DC 37, Lillian Roberts. La situación 
es desesperada.
 
 La campaña para exigir que los gobiernos 
estatal y federal actúen para preservar la vivienda accesible para los 
residentes de la ciudad de Nueva York fue organizada por grupos de abogados de 
Inquilinos y Vecinos y de ACORN, incluyendo también al Consejo Laboral 
Central, a miembros del Ayuntamiento de la Ciudad, a legisladores estatales y 
sindicatos.
 
 Los marchistas formaron una cadena humana alrededor del complejo 
de viviendas en el lado este de la calle 14. Stuyvesant Town fue construido por 
la compañía Metropolitan Life Insurance y, al regreso de los soldados 
de la Segunda Guerra Mundial, representó un bastión de la vivienda 
a precio accesible para la clase media blanca de la ciudad. A principios de este 
año, fue vendido a $5.4 billones. 
 
 Rentas 
aumentan
 La venta de este complejo de 110 edificios que ocupaba 
80 acres  incluyendo Peter Cooper Village  es otro temblor en el sísmico 
cambio de la Gran Manzana de clase trabajadora a clase alta. En la última 
década, miles de apartamentos de renta regulada donde alguna vez vivieron 
maestros, transportistas, oficinistas de la policía y oficiales, enfermeras 
y contadores, han sido permanentemente remodelados como viviendas lujosas. Cerca 
de 800 miembros de DC 37 viven en Stuyvesant Town.
 
 El auge de construcciones 
en la Gran Manzana ha creado miles de residencias millonarias desde Battery Park 
hasta Harlem. Pero menos del 3% de las nuevas unidades tiene un precio accesible 
para los trabajadores. Mientras que según un reciente anuncio 
la renta de un apartamento de dos recámaras en Cooper Village rebasaba 
los $4,600 al mes para los recién llegados, las masas de manifestantes 
exigían alternativas más accesibles en lugar de ser desalojados 
de sus casas por los altos precios.
 
 La encendida y amigable multitud 
coreaba: No hay piedad, no hay vergüenza, esta ciudad no es ya nuestra 
residencia (What a shame, what a pity, we cant live in New York 
City), mientras se preparaba para marchar rumbo a Union Square. La campaña 
Nueva York es NUESTRA casa luchará por preservar la encogida 
dotación de viviendas de precio accesible, y por proteger la vivienda para 
los ancianos, los discapacitados y las personas con Sida.
 
 Nueve días 
antes, el 15 de mayo, cerca de 2,000 residentes de viviendas públicas  
incluyendo a los miembros del DC 37 que ocuparon dos autobuses  viajaron 
desde todas partes del país para ir a marchar a Washington. En demanda 
de una mayor asistencia federal para construcciones de vivienda pública, 
los manifestantes mostraron letreros que decían: Unidos permanecemos, 
divididos, nos desalojan. Así, exigieron al Congreso que revierta 
la reducción que durante ocho años ha habido en el financiamiento 
federal para la preservación y la operación de vivienda pública.
 
 Vivienda: un asunto de derechos humanos
 
Poco después de que la corporación internacional de bienes raíces 
Tishman-Speyer, se apoderara de Stuy Town, los constructores pusieron en su mira 
a Starret City, un complejo de 46 edificios extendidos en 140 acres de la frontera 
entre Brooklyn y Queens. Pero el plan de comprar y privatizar el complejo de 5,880 
apartamentos una de las más grandes construcciones con subsidio federal 
desarrolladas en los años 70  fue desechado en parte debido a la 
intervención del Departamento Federal de Desarrollo Urbano y Vivienda y 
por DC 37, así como por el concejal de la ciudad Charles Barron  
quien representa a esa comunidad  y por otros legisladores que se interpusieron 
y bloquearon la venta. En Starrett viven 500 trabajadores miembros de DC 37.
 
 La crisis de la vivienda es uno de los mayores problemas de nuestra 
ciudad indicó la vocera del Ayuntamiento de la Ciudad, Christine 
Quinn. La ciudad de Nueva York ha perdido 25 mil unidades Mitchell-Lama y miles 
de subsidios de la Sección 8 en los últimos años.
 
 
La vivienda es un asunto de derechos civiles, expresó el Asambleísta 
Keith Wright, quien participó en el acto con los manifestantes, con el 
contralor William Thompson, con la abogada pública Betsy Gotbaum y con 
el presidente del condado de Manhattan Scott Stringer, entre otros. Juntos, convocaron 
a los legisladores de Albany a que actúen ahora y rechacen la ley Urstadt 
para dejar que la Ciudad de Nueva York controle sus propias regulaciones de rentas. 
Con Eliot Spitzer como gobernador, muchos dirigentes Demócratas esperan 
que, en las elecciones de 2008, un cambio de largo alcance en Albany respecto 
a la ley sobre vivienda y otros problemas estén a una distancia de 
sólo dos asientos más.